En tiempos de crisis como los que nos acontecen resulta indispensable hablar de la psicología del ahorro que tan arraigada se encuentra en estos momentos en nuestra economía, y de las ventajas e inconvenientes que esto nos supone haciendo especial hincapié en la programación subliminal que ello conlleva, pues nos predispone a ciertas actitudes o comportamiento de los que muchas veces no somos conscientes.
Desde la más tierna infancia los padres y tutores implementan ideas y conceptos en los niños con el objeto de fomentar el consumo responsable y otorgarle el valor del dinero que merece, pero esto lamentablemente no es una premisa estándar en todos los hogares, pues en aquellas casas con una economía más desahogada se tenderá a ser más permisivo con los gastos , mientras que aquellos hogares con una economía más austera siempre tenderán a recortar todo lo que se considere superfluo o innecesario, buscando sitios web para ahorrar y se tenderá a rechazar automáticamente todas aquellas tendencias que se consideren de riesgo para el mantenimiento del patrimonio familiar que garantice la supervivencia.
Debemos tener en cuenta que los niños pequeños son como una esponja dispuesta a absorber todo tipo de conocimiento y que las conductas que les son impuestas desde las edades más tempranas quedarán grabadas en su subconsciente y las reproducirán fielmente cuando sean adultos. Los niños que sean aleccionados a pensar a lo grande, pensarán en grande, abarcarán grandes proyectos y no temerán enfrentarse a nuevos retos y dificultades, mientras que los niños que sean educados bajo las represiones administrativas de la psicología del ahorro, tenderán a conformarse con el “poco pero seguro”, sobrevalorando los bienes materiales por el temor a que le sean arrebatados.
Muchas veces los padres no son conscientes de este problema o simplemente reproducen las mismas conductas que a ellos les enseñaron, frases típicas como “hay que mirar por el dinero”, “no hay que gastar en tonterías”, “guarda hoy para tener mañana” etc, quedan grabadas a fuego en la mente de un menor porque lo escuchan es el único referente de lo que existe y no han desarrollado todavía el juicio crítico para la duda o el cuestionamiento.
La tendencia contraria tampoco es aconsejable, pues los niños deben aprender el valor que tienen las cosas para poder apreciarlas pero sin caer en tópicos aleccionadores basados en el miedo o la especulación, siempre dentro de una medida que ellos puedan asimilar y razonar en base a su edad de entendimiento.
Los adultos muchas veces también nos programamos subliminalmente bajo la psicología del ahorro y no somos conscientes de esa programación a nivel subconsciente que nos condiciona para tomar decisiones en el futuro.
Pongamos un ejemplo práctico, hay muchas personas que compran siempre en mercadillos de dudosa calidad con el único objetivo de ahorrar, porque perciben su ropa como un gasto, no como una inversión y esa es una de las principales características que diferencia a un ahorrador compulsivo de otras persona que no lo es, inversión y gasto.
Si tenemos en cuenta que nuestra ropa forma parte de nuestra apariencia, deberíamos de mirar ésta como una inversión, después de todo la apariencia es lo primero que perciben las personas de nosotros y el medio por el que obtienen sus impresiones (sean acertadas o no). La gente que piensa que sólo debe o tiene que comprar en mercadillos, es porque inconscientemente piensan que no pueden permitirse nada mejor y esa misma percepción de nuestra persona es la que extrapolamos mediante nuestro comportamiento y que los demás perciben inconscientemente de nosotros, por lo que la psicología del ahorro debería ser aplicada en la justa medida en lugar de contemplarla como un estilo de vida que condicione todas las decisiones que tomamos.
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